El ejecutivo Sam Altman, uno de los fundadores de la empresa de inteligencia artificial OpenAI, está negociando con la junta para regresar como su principal ejecutivo después de su despido sorpresa el viernes, según medios de Estados Unidos.

Altman, que se ha convertido en la cara visible de la compañía desarrolladora del popular ‘chatbot’ de IA ChatGPT, tiene el apoyo de varios inversores, según recoge The New York Times, que cita fuentes cercanas a las conversaciones.

También está negociando su regreso Greg Brockman, que hasta el viernes era director de la junta de OpenAI pero que dimitió tras conocer las noticias del despido de Altman.

Aun así, las fuentes indican que no hay ninguna garantía de que los ejecutivos regresen a la empresa.

Entre los inversores que apoyan la vuelta de Altman está Microsoft, que ha invertido varios miles de millones de dólares en la compañía, a la que considera su «socio» en el ámbito de la inteligencia artificial, según recoge la cadena CNBC.

ChatGPT

Altman fue despedido por la junta de OpenAI el viernes, en lo que parece una lucha de poder interna que pilló desprevenido a todo Silicon Valley.

En un comunicado, la junta explicó que el ejecutivo «no fue consistentemente honesto en sus comunicaciones» con el órgano, lo que afectó a su capacidad «para ejercer sus responsabilidades».

«La junta directiva ya no tiene confianza en su capacidad para seguir liderando OpenAI», indicaba el mensaje, en el que también se nombraba a Mira Murati, hasta ahora jefa de tecnología, como consejera delegada interina mientras el órgano busca a un candidato permanente.

Altman cofundó y copresidió OpenAI junto a Elon Musk, que abandonó la compañía en 2018.

La empresa está en la cresta de la ola de los avances en inteligencia artificial generativa desde que lanzó, hace un año, ChatGPT, un ‘chatbot’ que se hizo viral por su capacidad para conversar con usuarios humanos.

Está estructurada como una empresa sin ánimo de lucro y gobernada por una junta directiva de mayoría independiente, es decir, sin participación en el capital, por lo que los inversores no tienen capacidad de decisión, al menos de manera oficial. EFE

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